lunes, 13 de julio de 2009

Cualquiera que me conoce sabe que tengo una estabilidad emocional muy baja. Primero te digo que sí, después te digo que no y termino no sabiendo si quiero o no quiero. Un día te quiero, el otro te odio y me terminás importando poco y nada. Cuando te tengo, no te quiero; cuando te quiero, no te tengo; cuando te veo con alguien, te quiero; cuando estás sólo para mí, no te quiero.
Sí, así soy yo: una histérica, manipuladora, obsesiva. Por lo menos yo lo admito. Yo sé que lo soy e intento cambiarlo. No logré hacerlo todavía, pero lo intento. Sé que si sigo intentando voy a poder cambiar.
Cambiar porque alguien me lo pide nunca fue mi fuerte. Es más fácil dejar de juntarme con el alguien que cambiar. Es decir, es más fácil cambiar a la persona que me lo pide a cambiarme. Y es por eso que muchas de las personas que antes estaban en mi vida, ahora no están.
No, no quiero cambiar. Sigo pensando que cambiarme es traicionar lo que soy, lo que fui. Pero tampoco quiero seguir perdiendo. Entonces, prefiero cambiar a perder. Aunque cambiar puede ser una pérdida también.

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