
Salgo volando por la ventana y tantos días quedan atrás. Ya no me duelen todas las cosas que ayer me podían molestar: son cajones que se cierran para que nadie los vea, son palabras que no pude decir. Pero ya no me importa, porque nada me toca, y no hay nada vivo dentro de mí. Floto en el aire desde esta tarde, cuando mi cabeza explotó. Ahora el piso es de nubes y me asomo cada tanto a espiarte desde donde estoy. Y veo, y vuelo. Y veo, y vuelo. El barrio se ilumina y la noche se hace día, brilla como un árbol de navidad. Y estoy alto muy alto, y las luces de los autos que se frenan cada tanto y vuelven a arrancar. Y veo, a la gente corriendo como una coreografía sin fin. Y vuelo como en una avioneta, el olor a fugazeta que cocina mamá. Y me acuerdo de aquél día en que decías: "Si pudieras ser un pájaro ¿Qué harías?" Ahora que floto y no siento lo que toco y la gente no me ve pasar, voy a aprovechar para ir a buscarte, y contarte como es todo por acá: algunas mañanas pasala abuela Yolanda y nos vamos juntos a pasear. Y te manda un saludo el marido de Pocha que me juega al ajedrez y no le puedo ganar. Y dale para adelante con el pibe de a la vuelta, que a la tarde te pasó a visitar. Yo te sigo esperando, porque nada me apura y algún día todos vienen para acá.
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