En la palestra de desconocidos buscó a su lado el calor. Y simulando mojarle el oído le besó el cuello y le digo. Me gustas tanto, quisiera aprenderme tu nombre. Me gustas tanto que no sé por donde voy. Me le acer
qué suspicaz y le tendí un anzuelo: vamos a fumar un porro ahí. Me gusta verte reír. Me gusta tanto tu coqueteo. Me gustas tanto, quisiera aprenderme tu nombre. Me gustas tanto que no sé por donde voy. Tengo una idea, no me hables de ti y mucho menos de tu pasado. Algo en tus labios color carmín sugiere que vayamos al grano. ¡Oh! la alegría llegó la alegría llegó y sé que no dura para siempre.

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