
Yo me acuerdo que de chiquita cuando mis papás me retaban o me enojaba con alguién iba a parar siempre en esa ventana. Esa ventana me habrá visto llorar miles de veces. Habrá escuchado mis quejas y mis pedidas de perdón que nunca dí. Esa ventana sabe muchas cosas que solo yo sé (y las demás cosas de mi cuarto já!). Por suerte ya no la uso, ya sé pedir perdón, ya no lloro por boludeces... no la necesito mas, y que suerte porque ya no entro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario